Un equipo literario

 

by Fernando M. Vara de Rey

 

litera01De la mano de la Asociación Los 50 en la que milito y cuyo afán es la defensa de los valores y la Historia del Atlético de Madrid, tuve este viernes el privilegio de participar como moderador en el debate “Un equipo literario”. Almudena Grandes, Santiago Rocangliolo, y Manuel Longares, -escritores de piel, colchoneros de raza- fueron los contertulios de una actividad programada en las tonificantes jornadas de Cultura en Rojo y Blanco que se sucedieron en la nave Terneras del Matadero de Madrid.

El punto de partida, indisimulable en quien siente verdadera pasión por el fútbol y la literatura, fue resguardar el lazo que vincula a ambos. El fútbol combina como la literatura aspectos líricos y épicos, por lo que es razonable y plausible que se levante entre ellos un pasadizo y que sean fuente recíproca de inspiración y de influencia.

La propia comunidad literaria ha disputado su propio partido, que va del repudio hasta el apego incondicional. Algunos como Albert Camus y Arthur Conan Doyle llegaron incluso a su práctica –ambos como guardametas- el primero en categoría profesional en algún terreno pedregoso de Argelia. Otros no se calzaron los guantes sino que empuñaron la pluma y trazaron frases tan hermosas como “Solo soy un mendigo de buen fútbol” (Eduardo Galeano), “Un estadio es un esqueleto de multitudes” (Mario Benedetti), o “El fútbol es la recuperación semanal de la infancia” (Javier Marías). Frente a su devoción, el escrúpulo de Kypling (“Las almas pequeñas son saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan”), u Orwell (“El fútbol está ligado, con el odio, los celos, la jactancia, y el placer sádico de presenciar la violencia”). Ya saben, Orwell y sus distopías.

Cualquier antología de citas se vería incompleta sin el verbo de Borges, en las filas también de los hostiles: “El fútbol es popular porque la estupidez es popular”. Rocangliolo contó que la única vez que Borges vio un partido fue en compañía de un escritor uruguayo; se enfrentaban Argentina y Uruguay y caballerosamente cada cual celebraba con estruendo los goles del equipo del otro hasta que al concluir la primera parte ambos apagaron la emisión en la ignorancia de que un partido consta de dos tiempos.

Los géneros literarios fueron también objeto de debate en “Un equipo literario”. Novela y relato parecen ser los cauces más adecuados para plasmar las emociones futbolísticas, y sólo en lengua española son muchos los autores que se han inclinado por ellas: Fernández Flórez, Cela, Aldecoa, Delibes, Vázquez Montalbán, Martínez de Pisón,… Y desde el otro lado del Océano hemos conocido el pulso narrativo de cronistas de excepción como Benedetti, Skármeta, Bryce-Echenique, o Fontanarrosa.

Más inhabitual resulta que la poesía sea el feudo escogido por los autores. Existen algunas piezas como la “Elegía al guardameta” de Miguel Hernández y “Los jugadores” de Pablo Neruda, pero tal vez el poema más célebre sea la “Oda a Platko” de Rafael Alberti (“Oh, Platko, Platko, Platko, tú, tan lejos de Hungría”). Tal obra fue compuesta a raíz de la victoria del FC Barcelona frente a la Real Sociedad en la final de Copa de 1928 que se disputó en Santander. Pero mucho menos conocido es que Gabriel Celaya reaccionó al juego bronco del FC Barcelona y sobre todo al ditirambo de Alberti con una contraoda cuando menos sorprendente (“y nada pudo entonces toda la inteligencia y el despliegue de los donostiarras que luchaban entonces contra la rabia ciega y el barro, y las patadas, y un árbitro comprado”).

Oportuno era aludir también al lenguaje periodístico, que bascula entre el mero argot y la creación literaria. El propio Manuel Longares refirió cómo su afición se forjó en las retransmisiones radiofónicas, y cómo el día que vio lo que antes había imaginado se sintió defraudado.

Lo cierto es que, en sus expresiones verbal y escrita, la prensa ha ido acuñando en su anhelo descriptivo giros como “el fondo de las mallas”, “la cepa del poste”, “el punto fatídico”, y otras tantas con sabor a domingo, a transistor, y a geografía. Hoy la televisión permite el acceso visual a los detalles más nimios del juego, así que lo gráfico ha sido reemplazado por lo barroco. Cuestión de moda, tal y como apuntó Almudena Grandes recordando que en la pasada temporada se hablaba de “catalizar el juego”, en la anterior de “parámetros”, en ésta de “filtrar el pase”. El fútbol es centenario pero las formas de contarlo varían sin remedio y no siempre con talento.

Y hablamos del Atleti, claro, y de la inminente final de la Champions. Con su mística de revancha súbita y su épica de duelo entre vecinos inconciliables. Con su lírica de imaginarse vencedores y de ser aire y después agua y después tinta. Porque sólo –dice Amón que dice Wagner-la lanza que te hiere puede sanarte.

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 Publicado en Estrella digital (12/05/2016)