Carta a Javier Aldazabal, secretario de la Junta Directiva del Athletic Club

 Los 50 @Los50Atleti

Aritz zarraren enborrak

loratu dau orbel barria.

“El tronco del viejo Roble

ha hecho germinar hoja nueva”

(Extraído del himno actual del Athletic Club de Bilbao)

 

Estimado Javier,

Como meandros del Bidasoa, como olas del Cantábrico, y como brechas del Anboto, se reproducen esta tarde de octubre las afirmaciones con que ayer te dirigiste a la conspicua tribuna de compromisarios del Athletic Club. Afirmabas entonces con manos aladas y verbo afrentoso –“usurpar”, “apropiarse”- que el Atlético de Madrid había hecho suyos se entiende dolosamente colores, nombre, y escudo del centenario club bilbaíno.

Las reacciones han sido tan múltiples como uniformes, ungidas casi siempre del aire indulgente con que se mira al error de bulto. Porque cualquier corazón a rayas rojiblancas –de tu aquí, de mi allí- conoce la épica y la lírica de un episodio conmovedor para quienes amamos el fútbol y sus escorzos. Me refiero al esfuerzo dadivoso de los estudiantes vizcaínos de ingeniería de minas afincados en Madrid que una tarde de 1903 resolvieron mitigar su nostalgia en la fundación de una sucursal del equipo de sus afanes. Adoptaron colores, sí, y nombre, desde luego, y escudo, faltaría más, y también estatutos, y reglamento, y en su unidad adoptaron el mandamiento de no enfrentarse en el campo de juego: cómo iban a vencerse, si eran el mismo.

La gestación empezó un día y terminó al siguiente. Nacía el Athletic Club en Madrid, en un ejercicio no de réplica sino de transfusión de la identidad y de los valores más preciados de nuestro genitor. Y entre ellos el amor a nuestra historia, que entraña la gratitud perpetua a quienes nos concedieron el don supremo de ser.

Felizmente nos llega hoy desde Bilbao un aluvión de reconocimiento y de simpatía, en el legítimo y correlativo orgullo de haber engendrado un hijo de la estatura del padre. Sin duda conocen que en la galería de nuestros ilustres se descubren nombres de vasco linaje como De Acha –imborrable promotor del Club naciente- o como Elorduy – cuya afortunada serendipia nos coloreó de rojo y de blanco-. A los unos, a los otros: a los mismos.

O como Ricardo de Irezábal, presidente en dos etapas del Athletic Club además de delegado de la selección de Euzkadi, y a la sazón miembro de la peña Los 50 –hoy rediviva y de la que me honro en formar parte- concebida para reivindicar los valores del Atlético de Madrid y donde sin ambages fue admitido. Su hijo, también Ricardo de nombre, fue durante lustros directivo y llegó a ser transitoriamente presidente del Atlético de Madrid. Dos ilustres: el padre atxuritarra, el hijo colchonero. Un remedo familiar de la génesis de nuestro equipo que yo visceralmente heredo como bisnieto del uno y nieto del otro. De Ricardo hijo, de quien escuchaba cuando de su mano acudía al estadio Vicente Calderón a ver el duelo entre los dos “Atletis” que su corazón le impedía escoger porque se trataba de dos equipos hermanos.

Un afectuoso saludo, y qué alegría si seguimos hablando de lo que nos une a la mesa y al mantel de Los 50.

 

Fernando Martínez-Vara de Rey de Irezábal

Secretario de la Asociación Los 50