El hombre que obró el milagro

 

140201-LUIS-ARAGONÉSSingular, único, hosco, distinto. Calentando con pelliza, cogiendo de la pechera a estrellas internacionales, saltando con las piernas abiertas y los brazos levantados tras meter un golazo en una final de Copa de Europa. Enfadado, socarrón, dejando dudas sobre si hablaba en serio o en broma. Con gafas, rascándose la barba de tres días, con problemas para sujetar la prótesis dental al gritar “Solozábaaaal”. Diciendo verdades como puños, enfrentándose a viento y marea, rechazando un ramo de flores por ser del color equivocado, vestido a rayas rojiblancas y pantalón azul pegadito. Metiendo el primer gol del Atleti en el Calderón antes que los demás, sabiendo las cosas mucho antes que los demás.

Motivando a un jugador y levantando ampollas en Inglaterra, echando sal a esas mismas ampollas en una rueda de prensa convocada curiosamente para intentar solucionar el lío. Arriesgándolo todo al prescindir de un jugador superprotegido por pensar – y saber- que era lo mejor para el grupo, yendo contracorriente, encarando el temporal con la cara alta. Aguantando lo inaguantable, recibiendo insultos y provocaciones del público y el intolerable tratamiento de una prensa desquiciada y extremista. Desdiciéndose varias veces, siguiendo fiel a su idea, llevando finalmente a la selección a ganar su primer título de la era moderna y abriendo la puerta a un éxito que algunos se empeñan en atribuir sólo a otros. Diciendo a un delantero centro del Atleti que en esa final marcaría, llamando “Walas” al capitán rival, haciendo reír a un montón de jugadores que salían a jugar contra la historia en el momento en el que a uno le sale todo menos la risa. Abandonando discretamente del campo mientras los jugadores celebraban un éxito que era sobre todo suyo, sabiendo que no tenía ya contrato y que la obra de arte que había creado la disfrutarían otros; “capturado” finalmente por los jugadores que sí sabían la verdad y manteado con honores de héroe ante la mirada de un país feliz que meses antes le faltaba continuamente al respeto.

Dando voces desde el centro del campo, dando voces desde la banda. Metiendo goles de falta, haciendo ganar al equipo en su etapa más gloriosa. Pasando de jugador a entrenador en una noche, calentando antes del partido, regañando a los jugadores desde el banquillo, regañando al árbitro que a su vez le regañaba a él por pisar el escudo del Club de sus amores. Entrenando a equipos rivales, metiendo presión desde otro banquillo cuando el Atleti podía conseguir el Doblete, levantando equipos muertos y llevándoles donde nunca imaginaron. Volviendo a casa renunciando a objetivos mucho más agradables, cuando el equipo andaba en Segunda y se necesitaba la ayuda de alguien de la casa que pusiera de una vez por todas orden, a pesar de haber estado enfrentado abiertamente con la directiva. Charlando del Atleti con otros veteranos, dejando claro que el Atleti fue su vida, dejando claro lo que significa este equipo.

Dando una charla táctica que acaba en pizarra destrozada y un párrafo para tatuar en el pecho de cada seguidor rojiblanco.

“Ustedes son el Atlético de Madrid y hay 50.000 dentro que van a morir por ustedes. Por ellos, por la camiseta, por su orgullo, hay que salir y decir en el campo que sólo hay un campeón y va de rojo y blanco.”

Y con esto no hay nada más que decir.

Así recordamos y recordaremos siempre a Luis Aragonés

Descanse en Paz, Don Luis Aragonés, orgullo del Manzanares.

Gracias infinitas por habernos hecho tan felices.

 

Carlos Fuentes @ElRojoyelBlanco