El Pichichi de Escudero

 

by Víctor Hegelman

 

160203-Escudero01

Foto: hijas de Adrián Escudero

Dicen que Adrián Escudero es el máximo goleador en las historia de la Liga con el Atlético de Madrid con 150 goles. Ustedes me dirán que cuál es el motivo por el que saco ese “dicen”. Los datos son los datos, y Adrián marcó 150. Lo dice la historia…

Pero a veces hay historias dentro de la historia, y ahora se me viene una a la cabeza. Porque Adrián, siendo máximo goleador en la historia liguera del Atleti, jamás logró ganar el Pichichi. O jamás le dejaron. Vamos al tema.

Solía estar Escudero en las listas de goleadores cada temporada, pero cuando no era Zarra era Pahíño… o Di Stéfano.  

Corría la temporada 55/56, una temporada con un Atleti podríamos decir que “de transición”. Acabó en un cómodo quinto puesto en la Liga, y fue derrotado en la final de Copa del Generalísimo por un Atlético de Bilbao (así se llamaba entonces) que ganó, ni más ni menos, que el doblete.

Pero en Liga brilló especialmente un jugador: Adrián Escudero. Ya veterano en una vida consagrada al Atleti, donde jugaba desde los dieciocho, pero aun con una edad lógica para el fútbol de élite, veintiocho para veintinueve años, el delantero atlético coronó una gran temporada en lo referente a su acierto goleador. Marcó 21 en 29 partidos jugados, o, según su testimonio y el de otros compañeros, eso decían.

Porque Escudero mantuvo un “mano a mano” más que interesante con la estrella rutilante de la época: Alfredo Di Stéfano y otro jugador de corte y propaganda más modesta: el celtiña Mauro Rodríguez.

Empezó Escudero como un tiro marcando seis goles en la primera y tercera jornada, ayudando en dos atronadoras victorias: 9-1 al Hércules con tres suyos y 8-1 al Alavés con tres más. Pasó el resto de la temporada con un buen promedio, destacando otro hat-trick (entonces nadie utilizaba la palabra inglesa, al menos en España) al Valladolid en la jornada diecinueve.

Peleaba, sí, Escudero, por el Pichichi, y lo peleó hasta final. Todo lo que pudo. Pero aquella temporada tuvo momentos frustrantes para el delantero.

Contaba él cómo a medida que iba pasando el ejercicio liguero, no es que le costara más marcar goles. Lo que le costaba era que se los reconociesen. Hasta en tres ocasiones bajó al vestuario pensando que había marcado alguno más, pero todo era muy raro. Un simple toque del rival al balón sobre la línea cuando el balón ya entraba era suficiente para que el gol de Adrián se considerase “en propia meta”.

En esas tres ocasiones incluso algunos medios recogieron a Escudero como autor de los goles.

Hay tres partidos en los que un gol, tras remate de Escudero, se otorga en varios medios como en propia meta del defensor que golpea (o le golpea) el balón.

Uno de los partidos es contra la Cultural Leonesa en el Stadium Metropolitano, en el cual Escudero marca tres goles de los seis del Atleti aquel día, y, aunque la práctica totalidad de los medios le conceden tres, el acta arbitral sorprendentemente le da dos.

160203-Escudero02

Foto hijas de Adrián Escudero

Otros dos encuentros también son objeto de polémica. Se trata de los partidos Valladolid-Atleti del 2 de octubre de 1955, donde un centro-chut de Escudero es ayudado a entrar por un defensa cuando intentaba sacarlo (¿fuera o ya dentro?), y también del Atleti-Celta del 4 de marzo de 1956 que Escudero anota el 3-0 pero su remate antes tropieza en un defensa (para unos despistó al portero, para otros no…), si bien en este último partido si hubo cierta unanimidad en los medios al informar que había sido en propia portería.

Lo que parece cierto también es que los mismos motivos que ayudaban a “anular” goles a Escudero nunca eran tenidos en cuenta cuando el autor era Di Stéfano. El toque, el desvío del defensa, nunca parecían desvirtuar la autoría.

De hecho, el desenlace de la atribución del Pichichi aquel año fue especialmente sonado. El motivo era que, habiendo terminado empatados a 23 goles Di Stéfano y Mauro, y terminada la temporada, se hace una revisión de las actas y “aparece” de la nada un gol más para don Alfredo que le hace ganar el trofeo. Según cuenta el historiador Fernando Gallego: “No sé de dónde partió la cosa. La contabilidad del Pichichi se llevaba por las adjudicaciones de los goles que hacía el propio Marca. Quién pidió la revisión, no lo sé”.

Eran otros tiempos, claro. Sin vídeos, repeticiones, y en muchos casos sin imágenes (sobre todo cuando se jugaba fuera de Madrid), todo lo que queda es la tradición oral de jugadores, aficionados, periodistas, en este caso de Marca… y claro, del árbitro que era quien levantaba acta.

Escudero, y supongo que también el pobre Mauro, se hicieron de cruces por lo kafkiano de la situación, pero así eran las cosas.

Finalmente Di Stéfano acabó con 24 goles, Mauro con 23 y Escudero con 21. Dos menos que antes del fin de la Liga y tres menos que después de la revisión del proceso. Una distancia mínima en la que posiblemente las actas arbitrales fueron determinantes en la clasificación final. Por detrás quedaban Jesús Domínguez del Valladolid, ya con 17 y Molina, del Atleti, con 16.

Adrián, en cualquier caso, siempre supo que le habían quitado el Pichichi en la última oportunidad que tuvo, un trofeo que todos sabían que estaba extrañamente dirigido a ser ganado por Alfredo Di Stéfano, que era un jugador bestial, enorme… Las cosas como son.

Entonces barrían mucho para el Madrid”, decía con resignación, la misma con la que contaba cómo se cayó de la lista del equipo nacional que iba al Mundial de Brasil del 50 porque a última hora se metió un directivo de la Federación y no había plazas suficientes en el avión. Pero ésa es otra historia.

España. País.