At. Madrid 4 – Austria Wien 0

La crónica del partido contra el Austria de Viena no tiene, afortunada o desgraciadamente, mucho recorrido. El ambiente era muy frío al inicio del partido (afortunadamente se fue caldeando según entraba gente en el Calderón hasta completar un aforo bastante decente) y lo único que se hacía notar era no solo la animosa parroquia austriaca, situada en el fondo norte, sino también gran cantidad de extranjeros que me rodeaban. Resulta que ahora estar en Madrid y ver un partido de Champions con el equipo en mejor forma de Europa, pasa por visitar el Vicente Calderón. En diez minutos vimos lo que iba a pasar esa noche. Diez minutos que fueron como esa escena que se repite de forma periódica en las películas de Bud Spencer y Terence Hill y en las que el inmenso Bud agarra de su cabeza a un rival que trata de emplear todos sus recursos para pegar al grandullón pero que separado por el inmenso brazo que lo tiene sujeto de la cabeza, es incapaz de golpear nada. En el momento en el que el amigo Bud se aburre de la situación, sacude un mandoble al anónimo luchador y lo deja KO. Eso fue lo que ocurrió. El Austria salió con intensidad, con un buen planteamiento táctico y con un excelente manejo del balón. Fue capaz de meter al Atleti en su campo durante cinco o diez minutos, merodear el área de Courtois e incluso lanzar un tiro lejano que se acercó mucho al poste. El Atleti mantenía el brazo alargado sosteniendo la cabeza del Austria hasta que se aburrió de la situación. Corner desde la derecha, lío en el área, rechace que coge Miranda y gol. Fin del partido.
A partir de ahí el Atleti metió tres goles más como podía haber metido quince. Las buenas artes del portero rival, cierta relajación (aunque no mucha, no se crean) y ciertas querencia por hacer ejercicios de malabarismo y filigrana para regocijo de la grada, hicieron que la herida no fuese mucho mayor. El rival desaparecido. Con cada gol de los rojiblancos el rostro de los austriacos parecía decir: bueno, ya queda menos. El segundo tanto llegó con un remate de cabeza (de espaldas) de Raúl García a pase de Diego Costa también desde la derecha. Por hablar un poco de fútbol debo decir que me gusta más el dibujo que sacó el Cholo, con un centrocampista más. Aunque sea Raúl García. Quiero decir que me pareció buena idea quitar a Villa para dar minutos a Adrián en lugar de lo que hizo el domingo frente al Athletic.
Poco antes de llegar al descanso Filipe Luis aprovechó un balón por su lado izquierdo para hacer el tercero así que a la vuelta del vestuario, ya con el bueno de Óliver Torres (buena segunda parte del canterano) en el campo, la noche se antojaba larga para unos aficionados austríacos que no volvieron a cantar nada. Ni siquiera ese misterioso, incomprensible y absolutamente estúpido, “U-U-Ultra sur” que soltaron un par de veces. Leo por ahí que había infiltrados de la conocida peña madridista entre los aficionados del Austria. Se me hace difícil comprender la razón pero la verdad es que tampoco me interesa. Cosas verederes amigo Sancho. Con el partido resuelto Simeone se permitió enseñarnos a Guilavogui para demostrar que era verdad. No es el mejor partido para sacar conclusiones pero al menos no defraudó. En la parte positiva buen manejo del balón y ganas de agradar. En la negativa lo vi algo lento y con algún que otro despiste impropio de la élite También saltó al campo el Cebolla, que hizo buenos minutos y provocó un claro penalti que Diego Costa falló. Un Diego Costa que para mi gusto debería haberse ido al banquillo en el descanso, en previsión de males mayores. Enchufadísimo, como siempre, el próximo internacional español recibió patadas a diestro y siniestro (también como siempre, por cierto). Creo que era un riesgo innecesario exponer al jugador a una lesión, pero el Cholo tiene sus códigos y no negocia con estas cosas. Al final Diego Costa se salió con la suya y volvió a marcar tras una gran jugada de Óliver Torres y taconazo de Raúl García.
Enésimo partido de poderío del nuevo Atleti que, de espaldas a los medios de comunicación madrileños y españoles (aunque esa es otra historia), nos coloca en lo más alto de Europa. Uno tiene la mala costumbre de ojear de vez en cuando la prensa de fuera y les aseguro que lo que dicen por ahí de nuestro equipo no tiene nada que ver con lo que vemos cada mañana en el quiosco de al lado de nuestra casa. Mientras los “analistas” patrios ignoran (y desprecian) al conjunto colchonero fundiéndose con gran empeño en esa especie de bacanal binaria de la estupidez, la soberbia y el forofismo más putrefacto y que defecan a diario para nuestra desgracia, por ahí fuera, con rigor y criterio, nos dedican tiempo para analizar una realidad más que evidente. Me siento un extranjero en mi propio país pero desgraciadamente no es nada nuevo.
Ennio Sotanaz @Enniosotanaz