La sonrisa de David, el del Atleti

 

Por Manuel Grandes, de Los 50

 

Le habían pedido que se acercara a echar un ojo, que había un olor a gas intenso y él, como siempre, acudió. No sabía decir que no. Ni quería. Su vida había sido una entrega constante a los demás como constante fue su sonrisa.

Fue lo primero que me llamó la atención. En todas las fotos de David salía sonriendo, su sonrisa era una de sus principales señas de identidad, otra la desinteresada entrega a los demás y la tercera…

… La tercera, ser del Atleti. Profundamente. Como sólo los atléticos sabemos sentir a nuestro equipo.

Lo tuvo fácil. Su familia desde que su abuelo decidió, recién llegado a Madrid, “hacerse” del Atleti porque como recordaba en multitud de reuniones familiares, “cuando llegaba cualquier tonto del pueblo, lo primero que hacía era comprarse la camiseta del Madrid y hacerse una foto”.

El abuelo Isaías tuvo 27 nietos. Todos del Atleti. Uno de ellos David que, viviendo además al lado del Calderón, desde pequeño frecuentó ese estadio que para muchos fue nuestra segunda casa, o la primera.

Allí vio, vivió y se entusiasmó con aquel Atleti del doblete, que fue su primera gran alegría futbolera. Vendrían otras.

Como alegría fue la llegada de los hijos que Sara fue trayendo al mundo. Cuatro preciosidades que llenaron de felicidad la vida de unos padres hasta que se produjo la terrible explosión. La calle Toledo se llenó de cascotes mientras a David le preparaban su abono en el tercer anfiteatro. Nuestro tercer anfiteatro.

A los dos días en la misa de cuerpo presente, su hijo mayor Lucas se puso la equipación del Atleti que le habían regalado por su Primera Comunión. “A papá le gustaba” fue su declaración de principios. Su hermana Cristina se pasó ese día con una de las camisetas de rayas rojiblancas de su padre. Son del Atleti. Son EL ATLETI.

David era, es y será UNO DE LOS NUESTROS.

Y a nosotros, los atléticos, nos toca ahora mover ficha. A nosotros, que declaramos en cuanto tenemos ocasión que somos distintos, que lo nuestro es otra cosa, en definitiva que “no lo pueden entender”…

A nosotros nos toca hacer ver a Lucas, Cristina, Carmen y Clara que su padre tenía razón, que no les engañaba cuando les hablaba del Atleti, cuando les enseñó su himno, su historia su filosofía de levantarse tras cada caída.

Es la hora de que todos los que somos ATLETI arropemos a esa madre y a esos cuatro niños y de la forma que sea seamos capaces de hacerles llegar nuestro apoyo y cariño y demostrarles una vez más, que su padre tenía razón, que no les mentía, que somos la mejor afición del mundo para el mejor equipo del mundo y que cuando uno de los nuestros cae, los demás acudimos a socorrerle.

Es la hora del Club, de la Fundación, de los atléticos de corazón y por eso desde estas páginas me permito pediros a todos vuestra ayuda. No sé a quién corresponde liderar esta iniciativa, yo como miembro de Los 50 estoy seguro que esta asociación “moverá ficha” y estoy convencido que entre todos podremos devolver en parte esa sonrisa que han perdido esa madre y esos hijos.  La sonrisa de David.

Esa es ahora nuestra tarea.

Manos a la obra.