Los intocables de Simeone

 

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Lo siento. No me lo creo. Ni siquiera cuando se trata de que Pelé vea venir la pelota sobrevolando la geografía verde de la cancha, levite en paralelo al suelo, y lance un verdugazo hacia atrás con su bota izquierda, para marcar el gol que delimita una decisión suicida: evasión o victoria. Ni siquiera así me lo creo. Me pasa como a José Luis Garci, que Silverster Stallone de portero es un icono dificultoso, casi inquietante. De torero sería igual de creíble. ..Y de Rambo. 

Garci, que es muy de cine, muy de fútbol y muy del Atleti, dice que el fútbol y el cine mezclan mal. Acierta. Cuando el trípode de la cámara se instala en el césped y el actor-futbolista tiene que simular que juega, siempre queda claro que simula, y que no juega. Un remate de cabeza filmado en veinte tomas es más falso que el éxtasis de Meg Ryan en el restaurante lleno de comensales de “Cuando Harry encontró a Sally”. Pero hasta ese arranque de placer quimérico parece mejor construido que el contrapicado de un testarazo a la escuadra.

Si lo mejor que se ha podido recrear el fútbol es Oliver y Benji, quizá debamos dejarlo ahí. No es razonable estar obligado a correr un maratón para llegar a la portería rival. Cada carrera dura dos capítulos de la serie, y luego quieren que defina bien ante el arquero. Después de 42 kilómetros no está uno para colocar la pelota con finezza. 

Lo siento. No me lo creo. Y no sólo por el rodaje torpe de la acción futbolística. Tampoco se ha sabido absorber en la pantalla la profundidad y la riqueza de la emoción que provoca el fútbol. Mucho menos si se trata de la hinchada del Atleti, que en cuestión de emociones es catedrática.

El Atleti da para un drama que sólo episódicamente acaba bien. De ahí el alma apasionada y sufriente de cada atlético. Si sólo episódicamente acabara mal, el Atleti sería una comedia romántica. Y parece que estamos por el cambio. En esta era cholista, el Atleti es un equipo de cine. Transitamos por el episodio feliz, aunque nuestros finales siempre son inciertos. Ese es nuestro garbo. De ahí la épica rojiblanca que ningún otro equipo puede igualar. Pero todavía nadie ha sido capaz de transformarlo en celuloide con brío argumental.

El cine americano, muy versado en películas sobre hazañas y pasiones deportivas, obsesionado como está con el béisbol, ha desperdiciado hasta ahora su gran historia: una peli sobre el Atleti. Y a la vista de la trayectoria actual del equipo, Brian de Palma podría rodar la segunda parte de “Los intocables de Elliot Ness”. Los intocables de Simeone. Y todos sabemos quien es Al Capone.

 

Vicente Vallés @VicenteVallesTV