Era primavera de 1965, el Atleti había ganado en Chamartín con un gol de Jorge Mendoza y parecíamos campeones, mas de ahí al final hubo cosas tan raras que quedamos segundos. Don Vicente Calderón reunió al final del campeonato a más de mil socios en el Restaurante El Bosque, hizo un discurso durísimo contra las trampas en la competición y defendió que, ante la suciedad de quienes la manipulaban, el Atlético de Madrid seguiría ofreciendo un JUEGO NOBLE Y SANO, definición que diez años después pasó textualmente al siguiente himno del Atlético de Madrid. No existen las casualidades. Tampoco lo es que esa frase gritada hasta hacer temblar el estadio vaya detrás de otras dos: PORQUE LUCHAN COMO HERMANOS, DEFENDIENDO SUS COLORES. No dice que los futbolistas luchan como hermanos, los colores los defendemos todos: los que tienen la suerte de hacerlo con la camiseta en el campo y los que nos dejamos la garganta en la grada. DERROCHANDO CORAJE Y CORAZÓN.
Tiene razón el entrenador: la familia no discute en público para que gocen los que no la quieren. El partido lo jugamos todos, peleamos todos, animamos todos. Juntos.
Qué bien lo explica Jon Andión:
Cantar
Jon Andión
Pensamos que hace un tiempo que no se nos oye. Y es curioso porque oírse se oyen muchas cosas, se oyen las cuestiones legítimas de cada uno, que si la defensa vuelve y no tendría que haberse ido, que si el entrenador ensaya o responde, que si el Club se coloca o se descoloca, que si vamos cuartos y hay o no debacle deportiva y económica. Pero oyéndose tantas cosas como se oyen curiosamente no se oye lo de siempre.
Nosotros, echamos de menos cantar. Nos explicamos. Venimos de lejos, desde el Retiro y desde O’Donnell hasta el Metropolitano de hoy que es el Calderón y el Metropolitano de ayer y donde hemos aprendido a ser esta comunidad plural de gente que late. Porque diferentes nos sentimos y diferentes hemos sido siempre. Diferentes entre nosotros también, pero con el alma enfilada y con un mismo escudo, con forma de barrio o de nuevo milenio o con forma de punta de flecha o redondo del todo, siempre el mismo.
¿Cómo se es lo que uno es? Nosotros, los del Atlético de Madrid, hechos indios, colchoneros, apaches, atléticos, somos por una sencilla razón. Y es que nosotros hacemos lo que somos. Lo hacemos todos los días, lo ponemos en práctica todas las mañanas, todas las tardes, todas las semanas. Ser del Atleti de Madrid es una manera de despertarse, de respirar, de medirse, de reflejarse. Y es que el asunto es que eso siempre ha sido y será lo primero de todo. La manera de vivir. No dónde estamos en la tabla, no cómo van los chicos, que son chicos y lo intentan, no qué marcan los contratos, no qué dicen los de enfrente. El asunto va de nosotros, lo que somos, lo que amamos. Esa manera de querer.
¿Y cuánto vale un aliento? Porque estar, llegar, rendir, cumplir, es lo que se espera de nosotros en la vida. Pero ¿quién, de todos, alienta? El asunto es que nosotros creemos en la adversidad. Porque la hemos tenido de pan y en el pan. Todos los días. Por qué, no lo sabemos, por qué da igual, porque nos toca a todos, porque no hay caminar sin adversidad y lo mejor de la vida no está en lo gratis ni en lo fácil y esa nos la sabemos, que eso es andar distraído y no saber de qué va esto. No confundir construcción con pasatiempo. Resulta que en la adversidad es donde nos hermanamos. Donde nos alentamos. Porque el asunto es transformar. El asunto es levantarte y echarte a cantar. Ese es el antídoto. Alentando es como empieza la magia.
Y nadie se cae porque le apetece, y ahora nos hemos caído, porque nos hemos callado. Y el campo no ruge hasta que tiembla el césped del Retiro-O’Donnell-Metropolitano-Calderón-Metropolitano como las líneas unidas de los volcanes que no cesan. Y no porque queramos, sino que, como quien se ha caído, cada uno está pendiente de su golpe, de su rasguño, de su hendidura en la piel que le daña y que le escuece. Y razones hay siempre, y causas, y factores también. Pero ¿a qué estamos, a caernos o a levantarnos? ¿A levantarnos o a saltar? ¿A aprender a no caernos o a saber caernos, a que no pase nada al caer porque sé volver y rugir? Y es que no hay mejor manera de rugir que celebrando, y no se celebra nada como una identidad y solo se canta queriendo. Y querer significa ser, y ser significa estar, y la única manera de estar es con el corazón en la mano. Eso es en el fútbol y en la vida. De hecho, solo así se vive.
Por lo que, si queremos estar vivos tiene que ser cantando, cantando y rugiendo a los cuatro vientos que el Atlético de Madrid es de todos y el Atlético de Madrid es lo que somos todos siendo el Atlético de Madrid. Esa es la curvatura que engarza nuestro mundo. Esa es la manera de rugir que conocemos.
El Amor es la inteligencia mayor que existe, lo decía el poeta. Y desde Los50 necesitábamos decirlo, amamos al Atlético de Madrid y a todo lo que es el Atlético de Madrid, que es muchas cosas y la misma, una manera de cantar, una manera de disfrutar, una manera de hermanarse y demostrarnos que no, que el mundo no es la espeluznante estela que nos contaron, que hay luz y no está más allá (que también) sino aquí mismito, al lado, en los compañeros de grada, en los Atléticos que vagan por el mundo, en las pequeñas cosas que son el Atleti de los que tienen menos, y es que nadie tiene menos si todos tienen más.
Por eso queremos volver a cantar en el Metropolitano, por eso queremos que el estadio vuelva a rugir al unísono y que esa voz salga de cada grada, de cada parte y de cada garganta que somos el Atleti que somos todos. Porque sin todos no hay Atleti.
Así que a cantar. A cantar los niños y a cantar los mayores, a cantar los de arriba y a cantar los de abajo. A cantar.
Larga vida al Atleti que significa el juntarnos y el cantarnos. Cantarnos a nosotros. Cantarnos al Atleti. Todos los partidos. Y no cejar en el intento.
Asociación Los 50