Iván Castelló @ivancastello
Uno creció imaginando que Panadero Díaz y sus compañeros de generación atlética eran como secuaces del juego impío. Uno levantó el vuelo creyendo un poco lo que leía sobre la dureza de estos tipos sin compasión en un terreno de juego. Como si los demás repartiesen besos…
Pero es lo que tiene el Atleti, que recibe cariño el justo. Poco menos que si Panadero, Ovejero, Heredia, Benegas te miraran, caías desplomado del miedo a su fama. Pero no, qué va. Nada que ver.
Una vez más la realidad desdijo a la ficción. Conocí en persona a Rubén Osvaldo Díaz Figueras, más conocido como Panadero por la profesión paterna en un horno de Avellaneda. Y fue gracias a esa Asociación de Los 50 a la que pertenezco, la que intenta recordar a los héroes olvidados por un club que ya no es club sino empresa, por unos dirigentes que ya no son sentimiento sino negocio. Textual y reciente.
De nuestro bolsillo salió el presupuesto para traernos a aquel Atleti (el mejor de todos los tiempos hasta el del Cholo entrenador) que empató en una final de Copa de Europa, el 1-1 contra el Bayern en 1974. Porque el Atleti no perdió esa noche, que hasta hay un cortometraje que así lo atestigua:
En esa pieza se puede ver a un juvenil Panadero a su 68 años, a un tipo flaco como para volver a jugar pero que ahí aguantaba tirando de linaje sufrido para arrebatarles de lateral horizontal (de corte y no confección) los sueños a los delanteros, su tarea, su fin, que al fútbol no solo se juega lustrando a la pelota.
‘Panadero’ disfrutó en Madrid de una mítica cena en Casa Méndez junto a su inseparable ‘Ratón’ Ayala, otras leyendas (San Román, Gárate, Irureta, Alberto, Eusebio y más) y con las atenciones personalizadas de peñistas ya para siempre amigos como Silvestre, Teno, el chófer Palindron y más. Posó con honradez para los ‘selfies’ (que ya no hay fotos), disfrutó hasta la emoción del encuentro con su pasado y regaló cercanía en tiempos de antónimos.
Así que ‘Panadero’ no lo era por repartirlas como panes. Tampoco por volarle las costillas a un pimpollo gambeteador como ‘Jinky’ Johnstone en La Batalla de Glasgow mal pitada por Babacan en abril del 74, otra revolución de los claveles (que el Atleti vistió de rojo). Hablaba lo de ‘Panadero’ de su modestia, de su introversión convertida en carácter sobre el campo con un objetivo muy argentino, el balón sin hacer prisioneros. Tampoco los hizo como segundo de Basile (la dupla de la cábala, le palmeteaba con talco la espalda Panadero al Coco) al frente del banquillo rojiblanco antes de mandar a Jesús Gil a la letra pequeña del contrato.
Formó parte docta en la Academia de Racing en los años 60 (lo que sería el legendario Equipo de José, por su entrenador Juan José Pizzuti, con tipos duros como cocos, por Basile y Perfumo) y llegó a España tras San Lorenzo fichado por el Atleti. Sin obstáculos ni miramientos, sin nada en medio que los frene, todos queremos así a nuestros defensas. Filfa de fútbol moderno.