Rojo, blanco y con gafas. En busca de la felicidad

 

by Victor Hegelman

 

150526-En busca de la felicidadSe acabó la temporada. Terceros. Setenta y ocho puntos. Clasificación directa para la Champions del año que viene. Cuartos de final en Copa. Caídos ante el Barcelona, pero eliminando al Real Madrid en octavos. Cuartos de final en Champions. Caídos ante el Real Madrid a dos minutos del final, en su casa y jugando con diez. Antes ganamos la Supercopa. Ante el Real Madrid, sí, ese club más rico que nadie en el mundo, con el que jugamos ocho veces en un año, ganamos cuatro, empatamos tres (en dos de ellas nos valía como una victoria) y perdimos una. La última. Para el recuerdo, por si se olvida, dos victorias en Liga. En tu casa y en la mía. Por arriba, por abajo, la derecha y la izquierda. Y ese 4-0 jerárquico y terapéutico. ¿Cómo fue entonces? Parece que bien, ¿no?

Sin embargo, muchos atléticos acabaron el ejercicio mustios, decepcionados, casi “depres”… El Cholo dice que cumplimos objetivos. Los jugadores también. Pero muchos no están convencidos. Sabe a poco, o eso dicen.

Si un año ganamos la Liga y llegamos a la final de la Champions, con su prórroga sus minutos y sus “neuras”… Lo lógico es esperar que al siguiente año consigamos lo que se nos escapó el anterior. Es la evolución natural de los ganadores. Cada año más. El mito de Sergei Bubka, que dicen. Partido a partido, centímetro a centímetro. Pero sin caer, sin margen de error.  Porque los atléticos somos ganadores, oiga. Fuuuu… de toda la vida.

Por eso, aunque sigamos a más de cuatrocientos millones de diferencia anual del Madrid y el Barça, aunque tengamos que tragar con que venga Mourinho y nos quite a tres piezas básicas del once ganador… bueno, el Cholo lo puede todo. O no. El Cholo no. Qué narices el Cholo. Nosotros, que somos ganadores natos y no nos conformamos con cualquier cosa.

¿No llevamos el mismo ritmo de puntos que el año pasado, el cual constituyó la mejor temporada de nuestra vida? Nos enfadamos y pedimos más. Mínimo repetir. ¿No pasamos de cuartos en Copa porque nos elimina el Barça contando con un arbitraje bochornoso en la vuelta? Inadmisible. Somos mejores que el Barça y sus millones. Sin duda. El coraje lo puede todo una y otra vez. ¿Nos elimina el Madrid en la Champions, en cuartos, en su casa y contra diez? Lamentable. No hemos salido al ataque. Qué vergüenza. El Cholo se cagó…

Sí. Admitámoslo. Hemos cambiado. Hemos “evolucionado”. No estamos ya para bromas. Aspiramos a más. Merecemos más.

¿Seguro? ¿Lo merecemos? Puede que no.  Ni siquiera sé si merecemos lo que tenemos.

Dijo Talleyrand que la ambición no debería permitirse a quien no sabe lo que tiene.

Somos los mismos que nos emocionamos en Hamburgo por ganar una inesperada Europa League al Fulham. Los que nos volvíamos locos por clasificarnos con Aguirre y Abel para la previa de la Liga de Campeones y se nos oía en Cuenca por clasificarnos ganando al poderoso Schalke 04. Los mismos.

¿Por qué ahora no nos conformamos con menos que, al menos, otra final de Champions o repetir Liga?

Si una cosa nos ha caracterizado es la capacidad para resistir ante las adversidades, para no rendirnos y seguir soñando cuando no había motivos reales para hacerlo.

Ahora los hay, pero nada nos parece suficiente. Berlín nos espera, dice uno. A por el triplete, espeta un señor bajito en la barra del bar.

El Cholo, cuando ya nadie lo esperaba, nos ha enseñado de nuevo lo que es el orgullo, la cabeza alta, la combatividad, la dignidad… Sin embargo, hay algo que ni Simeone parece capaz de abordar: la felicidad.

Nos acostumbramos tanto a sufrir que lo seguimos haciendo hasta cuando no tenemos motivo. Confundimos a menudo la ambición con la angustia, la crítica con el pesimismo, las churras con las merinas…

¿Quién nos ayudará a ser felices?