Jorge Lera @jorgelerabox
Abrumados con tanta hospitalidad. Fue la frase más repetida por nuestro presidente durante este emotivo viaje por el norte de Marruecos. Y en estos días marcados por el horror y la intolerancia, tiene todavía más sentido destacar todo lo que hemos vivido varios miembros de Los 50 en Tetuán. Hasta allí viajamos para la inauguración de la exposición “Tetuán a rayas. El madroño se volvió palmera”, un homenaje al Atlético de Tetuán, equipo creado por aficionados atléticos en esta ciudad, compartiendo nuestros colores, y que llegó a jugar en la primera división española. Fue un equipo que no solo destacó por sus meritorios ascensos consecutivos hasta llegar a la máxima categoría de nuestro fútbol, sino también, y sobre todo, por ser símbolo de convivencia entre tres culturas y tres religiones distintas. Españoles y marroquíes; cristianos, serfardíes y musulmanes. Todos formaban parte del equipo, mezclados, como la afición de tetuaníes de distinta procedencia que compartían la pasión por unos colores.
Ya habíamos expuesto en Madrid y en Tánger, pero esta vez era algo todavía más especial. Nos íbamos a Tetuán, el lugar de nacimiento del histórico club hermano y también del actual Mogreb Atlético Tetuán, que recoge el mismo espíritu que su predecesor, sintiéndose su heredero, también hermanado con nuestro Atleti. Fueron dos jornadas intensas en las que no dejamos de recibir afecto fraternal, al mismo tiempo que comprobábamos admirados la pasión que levanta en estas tierras nuestro Atleti.
Empezamos el viaje con una recepción en la Peña Atlética Larbi Ben Barek. No os podéis imaginar lo que fue. Nos invitaron a su sede social, empapelada con banderas, pósteres y fotografías de nuestro club. La más prominente, la de la Perla Negra. A su lado Kiko, los héroes del Doblete, el Niño Torres, fotos del Vicente Calderón… En la cena, nos recitaban alineaciones de memoria y recordábamos juntos partidos vividos en el campo o desde la distancia. El presidente ya estuvo en Bruselas en el 74, que su pasión no es de nuevo cuño. Todos los años se desplazan al menos en cinco ocasiones a ver al equipo. Y todos ellos socios. Como nosotros, se quejan del bombardeo mediático a los que nos someten con los otros dos equipos grandes. Pero ellos fieles. Y orgullosos.
A la mañana siguiente, visitamos el estadio, actual sede del Mogreb Atlético de Tetuán. El mismo en el que en la temporada 51-52 se vio fútbol de primera. Teníamos el privilegio de que nos acompañara uno de los pocos supervivientes de ese equipo, el lateral sefardí Jaco Zafrani, quien en el campo destacaba por su pundonor, su carácter y su espíritu competitivo. Ahora lo hace por su jovialidad, su prodigiosa memoria y su gracia recordando anécdotas. Un sabio del fútbol. También pisaba el césped la emocionada familia del capitán Humanes, el sobrio defensa central que lideraba con el ejemplo. Después, nuestros hermanos tetuaníes nos mostraron, orgullosos, sus instalaciones de entrenamiento, en las que están desarrollando un trabajo bien planificado de cantera.
Al actual Mogreb Atlético de Tetuán es heredero sentimental del viejo Atlético de Tetuán que despareció con el fin del protectorado español, fusionándose con el Ceuta. Comparte estadio, indumentaria y espíritu. El club está hermanado con nuestro Atleti con papeles pero, sobre todo, con el corazón, que es lo importante. Su escudo junto al nuestro preside la sala de trofeos. Y de nuevo el eterno Ben Barek, fotos de nuestro estadio y nuestras plantillas.
Por la tarde teníamos la inauguración de la exposición en el Instituto Cervantes, que al fin y al cabo es para lo que veníamos. Podría sonar pretencioso que nosotros mismos la calificáramos de éxito pero lo cierto es que la sala estaba abarrotada ¡Y eso que a la misma hora jugaba la selección de Marruecos! De nuevo, reviviendo el espíritu del equipo, los asistentes eran de lo más dispar. Un montón de ellos vistiendo de rojiblanco. Del acto de presentación ya os informamos con anterioridad. Pero me quedo con la conversión de Lola López Enamorado, la directora del Cervantes en Tetuán. Iniciaba su intervención con un “hoy es un día muy especial para mí, es mi primer día como seguidora del Atlético de Madrid”. No era retórica, era expresión sincera. Ya no se quitó la bufanda rojiblanca en todo el día. “Viendo como sois los atléticos, yo he decidido firmemente ser una de vosotros” nos confesó en privado.
Y antes de irnos, un nuevo chapuzón de emociones. Paseábamos varios por la Medina Chica de Tánger, disfrutando de su especial ambiente y aprovechando para hacer compras de última hora. Paramos a preguntar una dirección a un hombre ya mayor pero de excelente porte. Vestía la tradicional chilaba. Por su aspecto e indumentaria no había duda, tangerino de toda la vida. Hablaba bien español y nos indicó nuestro camino con suma amabilidad. A modo de despedida, no podía ser de otra manera, Petón le preguntó: “Señor, ¿y a usted le gusta el fútbol?”. “Claro que me gusta. Soy del Atlético de Madrid” respondió el hombre. “Desde tiempos de Ben Barek”, añadió todavía con más orgullo. Petón le despidió con un abrazo, el abrazo de todos los colchoneros del mundo.
Vivimos tiempos de globalización. Los dirigentes del club han redoblado el esfuerzo en nuestra expansión en esos países de economías emergentes como China, India o Azerbaiyán, donde se pueden desarrollar sesudos planes de negocio y una rentable expansión de la marca. Política acertada y necesaria para una sociedad anónima. Nos parece excelente. Pero el Atleti es más que eso. Seríamos muy torpes y muy injustos con nuestra historia si no somos capaces de valorar y alimentar con mimo el sincero sentimiento de pasión que por nuestro escudo se vive desde hace más de medio siglo en un país hermano como Marruecos.