by Miguel Muñoz @miguelmunozc
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A la llamada de Los 50 ha tenido lugar un acto en el salón de actos del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid sobre lo que será un hito en la historia del Atlético de Madrid: el traslado del Calderón a la Peineta.
No es baladí que los representantes municipales encargados del área de urbanismo de los cuatro partidos políticos que conforman el Ayuntamiento de Madrid hayan concurrido para exponer su postura en un debate que, hasta ahora, se había mantenido de espaldas al socio y aficionado del Atlético de Madrid.
Pero más trascendencia aún ha tenido el hecho de que el Consejero Delegado de la S.A.D., Miguel Ángel Gil Marín diera la cara y no tuviera inconveniente en compartir foro y mesa de debate con el presidente del grupo más beligerante contra la gestión de la familia Gil al frente del Atlético de Madrid.
Se quiso dar voz a todos y todos concurrieron para compartir su postura y argumentos.
Se quedó corto el aforo del salón de actos para acoger las peticiones de asistencia. Y si bien todos los ponentes dieron respuesta a las incisivas preguntas que recibieron de un espléndido Juan Pedro Valentín bajo cuya batuta se celebró el debate, lo cierto es que quedaron en el aire graves incógnitas sobre el futuro, coste y pago del total de la operación.
Los antecedentes hasta llegar al debate que ha tenido lugar se pueden resumir de la siguiente manera. En 2008 el Ayuntamiento de Madrid propuso al Atlético de Madrid el traslado al que sería el Estadio Olímpico de Madrid y, como consecuencia de ello, se firmaron una serie de convenios en los que se pactó que el club se trasladaría al entonces inacabado estadio, recalificándose los terrenos del Vicente Calderón y de la antigua fábrica de Mahou (ya por entonces instalada en Guadalajara) de tal modo que con las plusvalías obtenidas por la edificabilidad, quedaría pagada la obra del estadio y el soterramiento de la M-30. Así se conseguía la financiación de una infraestructura esencial para la candidatura olímpica, se aseguraba el uso de la misma para el Madrid postolímpico y el Atlético de Madrid cambiaba su estadio por otro más moderno sin coste alguno.
Aquello quedaba bien sobre el papel, pero la realidad fue otra. Independientemente del fracaso olímpico, en primer lugar el proyecto Mahou-Calderón vulneraba la edificabilidad permitida por la Ley del Suelo de la Comunidad de Madrid (ley de las tres alturas) y el asunto fue llevado a los tribunales por la asociación Señales de Humo que estuvo representada en el acto celebrado en el Colegio de Abogados por su presidente y que contó con la intervención del letrado director de los procedimientos, Francisco Estévez, que hizo una exposición breve y concisa de la situación jurídica.
Pero es más, la crisis inmobiliaria hizo trizas el cuento de la lechera. Con un parque y unas cuantas casas ya no daba para pagar el soterramiento de la autopista y la construcción del nuevo estadio. Así que se modificó nuevamente el plan para que pudiera haber más metros construidos que vender: el parque desapareció y nacieron dos torres de treinta y seis pisos y otras nueve de veintidós plantas. Aquello tampoco fue validado por los tribunales y a día de hoy queda pendiente la resolución del Tribunal Supremo sobre los recursos planteados por Ayuntamiento, Comunidad, Mahou y Atlético de Madrid contra la anulación del plan.
A todo esto, la maqueta del estadio va tomando forma en la realidad y la obras del nuevo estadio avanzan hacia un final más bien cercano y que Miguel Ángel Gil, aprovechando el acto, anunció para junio de 2017.
Todos estas idas y venidas se han ido produciendo a lo largo de los años a espaldas de la masa social del Atlético de Madrid y por ello Los 50 se plantearon hace unos meses la posibilidad de organizar una mesa de debate que arrojara luz sobre el tan anunciado y traído traslado a “La Peineta”.
Casualidad o no, desde tres días antes de la celebración del acto, el periodista Bruno García Gallo ha venido publicando una serie de informaciones en El País sobre el intercambio de posturas que mantienen a día de hoy el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid y el Club Atlético de Madrid.
Esas informaciones sobrevolaron el debate durante todas la intervenciones hasta al punto de que la representante socialista, Mercedes González, echara en cara José Manuel Calvo -concejal de urbanismo del Ayuntamiento de Ahora Madrid- el haberse enterado por la prensa de los supuesto acuerdos alcanzados con la S.A.D. cuando el apoyo de su grupo sustenta al gobierno municipal.
Si algo quedó claro de la intervención de los representante políticos es que con pequeños matices todos están de acuerdo en lo esencial: las operaciones Mahou-Calderón y traslado a “La Peineta” tiene que salir adelante.
El Ayuntamiento está obligado a dar un estadio nuevo al Atlético de Madrid al estar vinculado por la firma de aquel convenio patrimonial de 2008 y está decidido a hacer un nuevo planeamiento que modifique la edificabilidad (a la baja). Así mismo está dispuesto a vender la parcela sobre la que se levanta el nuevo estadio (también obligado por lo firmado en su momento). El equipo de gobierno no considera necesario ni esencial soterrar la M-30 (lo que supondría un coste de 140 millones de euros). Así pues, la operación Mahou-Calderón quedaría reducida a un menor edificabilidad y por lo tanto generaría un menor rendimiento económico, pero los costes que deberán afrontarse serían menores al no tener que ocultar la circunvalación (proyecto cuya financiación se repartían inicialmente entre Ayuntamiento y Atlético de Madrid).
Por otro lado, a día de hoy también queda pendiente la terminación de la construcción del nuevo estadio y sus costes. Hasta hace poco quien pagaba esa construcción era la empresa que compró los derechos de edificabilidad sobre los terrenos Mahou-Calderón. Aquella empresa cuando compró en 2008 iba a poder vender unos pisos a un precio muy elevado, pero llegó la crisis inmobiliaria y echó al trate sus previsiones. Luego aquella empresa, con la modificación del plan, iba a vender muchos pisos más baratos en once torres, pero también aquel proyecto quedó en el aire. Y ahora tras tanto fracaso, la constructora ha decidido apartarse de la operación. Miguel Ángel Gil reconoció haber logrado una financiación de 160 millones de euros para afrontar la terminación del nuevo estadio y que el club deberá devolver, en el mejor de los casos, antes de 2021. La idea es vender nuevamente los derechos de edificación sobre los terrenos y así amortizar el préstamo, pero ¿qué se podrá construir y, por lo tanto, cuánto valdrá lo que se pueda construir? Esa es la clave de la nueva negociación entre Ayuntamiento y S.A.D.
Por otro lado, el Ayuntamiento quiere vender y el club comprar por 44 millones de euros la parcela sobre la que se levanta el nuevo estadio, pero los técnicos de la Comunidad de Madrid no comparten la posibilidad de transmitir ese bien a un particular. Otro escollo a salvar.
En definitiva, lo que el consejero delgado del Club Atlético de Madrid S.A.D. dejó claro en la sede del colegio de abogados es que el estadio tendrá capacidad para 67.000 espectadores bajo cubierto, de los que 7.500 serán plazas VIP lo que facilitará una reducción del coste de los abonos; que estarán perfectamente segmentadas las zonas familiares, de animación, de fumadores y otros estratos; habrá mayor seguridad; mayor espacio; conectividad máxima; lo que nos ayudará a mantenernos entre los club más potentes de Europa. También informó que la temporada 2017-2018 se iniciará en el nuevo estadio que se llamará como decida el patrocinador que más pague. Y como, aviso a navegantes, dejo bien claro que “sí o sí vamos a ir al nuevo estadio” porque nadie quiere que se quede un solar inmenso vacío en Arganzuela (terrenos de Mahou) y un estadio vacío y sin uso pegado al río.
Lo cierto es que el Atlético abandona su estadio, se traslada a uno más moderno en la otra punta de la ciudad. Va a tener que pagar en los próximo cinco años más de 200 millones de euros que piensa obtener de la venta de unos terrenos cuyo valor depende de lo que decida el Ayuntamiento de Madrid y los tribunales. Y la operación tiene que salir adelante sí o sí porque como dijo Miguel Ángel Gil casi para finalizar el acto, “si no sale, el primero que se queda en la calle soy yo mismo: está en juego la estabilidad del club”.
Algunos podrán concluir que no había hecho falta tanto viaje para llegar a este punto. Otros, que es una oportunidad única de tener un estadio moderno y que ayudará a sustentar una posición privilegiada en el concierto europeo. Pero la única conclusión clara que todos pueden sacar del acto organizado por Los 50 es que, por fin, se ha arrojado luz y debatido en público sobre un hecho tan trascendente para la historia de nuestro Atlético de Madrid.