by Jesús Manuel Martínez Caja @jesusmc62
Cualquier aplicación informática de cartografía nos orientará sobre la distancia y duración del itinerario que separa el Calderón de la Peineta: 20 kilómetros y 20 minutos, sin tráfico. Lo que no nos puede contar esa aplicación, es que en cada uno de esos enclaves, hay dos barriadas en pie de guerra, recelosas de lo que el futuro les depara, estén o no agraciados sus moradores con el don de ser aficionados del Club Atlético de Madrid.
Los vecinos que no quieren ser Manhattan
“No queremos ser ni Manhattan ni Dubai, esos rascacielos no son para esta zona de Arganzuela, una zona puramente residencial». Los pocos vecinos del barrio Pasillo Verde-Imperial (Arganzuela) que siguen estos días en Madrid, no pueden dar crédito al «pelotazo urbanístico» que el Ayuntamiento de Madrid ha aprobado en pleno verano, con más de la mitad de la ciudad de vacaciones”.
Así comenzaba un artículo publicado en El Mundo el 5 de agosto pasado, haciéndose eco de la maniobra del Ayuntamiento de Madrid, que aprobó el 2 de julio, con las vacaciones estivales en mente, un Plan de Reforma Interior del Ámbito Mahou – Calderón, para posibilitar la construcción de dos rascacielos de 36 alturas y otros ocho bloques más de 22, en los terrenos de la Mahou y en la parcela donde reposa nuestro estadio, nuestros últimos cincuenta años de historia. 175.365 metros cuadrados de edificabilidad total destinada a que los vecinos de Imperial vivan entre gigantescas sombras alargadas el resto de sus días.
Este ardid urbanístico consistorial, que ya veremos como acaba pues está abocado a sortear los dimes y diretes de la Justicia, pretende soslayar con apariencias de legalidad la Ley del Suelo de Madrid del año 2007, que establecía una altura máxima de tres plantas más ático, para aquellos suelos urbanos no consolidados (como lo es el ámbito al que nos referimos) y urbanizables.
Por ello, los vecinos están movilizándose en contra de un Proyecto que consideran insostenible y que mantiene en vilo y ojo avizor a una barriada acostumbrada a convivir pacíficamente con los días de fútbol.
La constructora que piensa que las tornas han cambiado
Porque esta triquiñuela alegal que les acabo de referir, solo atiende a una exclusiva motivación: crear la mayor edificabilidad posible para que el negocio sea rentable para las partes implicadas, especialmente para FCC, que se comprometió a construir el nuevo Estadio de la Peineta recibiendo en pago el aprovechamiento urbanístico del ámbito Mahou-Calderón. Y si FCC no está contenta, el proyecto se desinfla.
La primera semana de noviembre nos ilustraban los periódicos y noticieros con un nuevo capítulo de este remedo de la famosa obra de Michael Ende, exponiendo que FCC comunicaba (yo no les he oído) que las obras de la Peineta sufrirían un nuevo retraso de otro año, estableciendo el horizonte de la entrega del estadio para la temporada 2017-2018.
Resulta cuanto menos sorprendente que uno de los supuestos proyectos estrella de FCC no tenga acogida en su página web corporativa. Ni aparece. Es a todas luces inaudito que por parte de la constructora se mantenga históricamente un llamativo “silenzio stampa” desde que se firmara el convenio que le involucraba en todo este entramado. Ni un comunicado oficial, ni siquiera ahora, para oficializar el nuevo retraso.
Sin embargo, el Club, sí actuó raudo y veloz e hizo oficial un comunicado exponiendo que no había parón, sino simplemente un retraso más, esta vez por otro año, según lo convenido con la constructora.
Y es que FCC está, simplemente, a la expectativa. Unas obras anunciadas desde julio 2007 y que en el 2010, fecha prevista de entrega, deberían haber estado culminadas, vienen sufriendo un retraso justificado en diversas razones que, en cualquier caso, no conviene explicitar. No hay más que asomarse a las hemerotecas para caer en la cuenta de que en su día se contempló este proyecto con demasiado desahogo, al socaire de una eclosión inmobiliaria que en la actualidad es un agujero negro de dimensiones incalculables.
A finales de julio de 2007, desde el Club se hablaba de la gran ocasión histórica que no se podía desaprovechar para crecer y poner al Atleti en el primer escalafón de los clubes europeos y se nos vendía que, en 2010, La Peineta sería nuestra nueva casa, aunque nada más lejos de la realidad, tal y como los acontecimientos han demostrado siete años después.
Hoy, las circunstancias no son las del 2007, fecha en que se firmó el Convenio y en estos años la burbuja inmobiliaria ha reventado, poniendo en peligro el proyecto. La situación urbanística en Madrid es caótica toda vez que el Plan General DE 1997 está judicializado con nada menos que 22 ámbitos afectados y que el nuevo planeamiento es una quimera con elecciones mediante, lo que implica una inseguridad política tal que no invita a realizar excesos inversores y menos en la situación de asfixia económica que atraviesan las empresas constructoras.
Además, el Plan específico fabricado ad hoc para el Ámbito Mahou-Calderón está igualmente en el alero, con una sentencia del Tribunal Superior de Justicia que establece tres alturas más ático y a cuyo seno vuelve el asunto tras pasar por el Tribunal Supremo, que ha considerado que Mahou ha de ser oída, subsanando un defecto de forma que en poco puede afectar a la hora de resolver la cuestión.
Y, en este orden de cosas, FCC que se hace la remolona, destacando a la obra a tres obreros que andan pendientes de que algún runner perdido se ofrezca generoso a echar un mus con ellos. Porque máquinas y grúas como las meigas, haberlas, haylas. Pero más paradas no pueden estar. FCC no se para, adecua el ritmo de la obra al nuevo plazo estipulado pero, ¿a cuento de qué esta nueva dilación? y lo que no queda nada claro ¿cuántas más pueden estipularse?
Insostenibilidad al otro lado del río
Mientras, al otro lado del río pero, como les contaba, 20 kilómetros al noreste, los vecinos de San Blas, nos ilustran sobre los evidentes defectos del traslado a la Peineta, en lo que se refiere a cuestiones tales como la conexión, movilidad, ampliación y refuerzo de la red viaria y el transporte público, la seguridad o las dotaciones. El atasco está garantizado y se alzan contra el proyecto instando una consulta ciudadana que nunca llegará porque desde el Consistorio han hecho oídos sordos. Más conflictos en el horizonte.
La PEINETA es nuestra
SAN BLAS dice “NO”
A la cesión del estadio a la Sociedad Anónima Deportiva AT Madrid
Y la afición del Atleti, ¿qué?
Los más crédulos y confiados de la hinchada atlética han pasado de un estado de expectación e incluso ilusión inicial al del aturdimiento más absoluto. Otros, que contemplaban con recelo la operación, simplemente constatan lo que ya se olían desde el principio, que este negocio no iba a ser rentable para el Atleti. En cualquier caso, la nula transparencia informativa es denunciada por todos.
Se nos vendió que el proyecto daría para enjugar dos tercios de la deuda del Club, pero hemos pasado a no percibir un euro de beneficio por el traslado, además de que, como veremos, la operación sí supone un desembolso económico para el Atleti y no precisamente modesto.
Existen algunas cuestiones oscuras que no se han explicado desde el principio y conviene aclarar, para que el aficionado valore la operación en su justa medida.
Por ejemplo, no se ha querido explicar a la afición que pasaremos de un Estadio Vicente Calderón en propiedad, asentado en una parcela igualmente en propiedad del Club, a un nuevo estadio que se ubica en una parcela municipal. El Convenio entre Ayuntamiento y Club, contempla que para que el suelo sea propiedad del Atleti deberá abonar 41 millones de euros. Esto es, la construcción del campo sale gratis, pero el suelo cuesta más que cualquier jugador de nuestra plantilla.
¿Y cómo va a pagar el Atleti este suelo? Se han estipulado en el convenio diversas fórmulas, a saber:
-La construcción por su cuenta de una base del SAMUR en los aledaños del Estadio que costará 4,4 millones de euros
-La cesión de entradas para los partidos: unos 5,5 millones de euros hasta la fecha
-El alquiler del estadio para diversos eventos, desde el 2009 al 2016, lo cual podría sumar hasta 20,4 millones de euros.
-Y el resto, en metálico en la forma que se convenga.
Hasta ahora el Club ha pagado ya unos millones a cuenta de la venta de la propiedad del suelo, pero cabe la posibilidad, contemplada en el Convenio, de que existan impedimentos legales para la compra por el Atleti. Piénsese, sin ir más lejos, que el suelo de la Peineta es un bien demanial, de titularidad pública, que no puede ser vendido en forma directa, sino, en todo caso, en pública subasta a la cual podría acceder cualquiera. Incluso cualquier concesión demanial del suelo, estaría sometida al principio de concurrencia.
Por ello, el Convenio prevé que en caso de que el suelo no pueda transmitirse, le será cedido al Club por espacio de 75 años, sin necesidad de pagar canon alguno dado que el estadio ya se considera como pago suficiente puesto que, transcurridos los 75 años, revertiría la propiedad del mismo a favor del Ayuntamiento.
Cada uno podrá sacar sus conclusiones, pero resulta evidente que la situación de inseguridad en la adquisición de la propiedad del estadio, es palpable. El nuevo estadio sería nuestro pero debemos comprar el suelo al Ayuntamiento por 41 millones y si no se puede, lo ocupamos durante 75 años transcurridos los cuales nos quedamos sin nada y en manos del Ayuntamiento, al cual pasa el estadio. Y encima, ya se está pagando a cuenta por algo que es muy dudoso que pueda llegar a ser del Atleti.
Dudo mucho que esta información la conozca la inmensa mayoría de la afición atlética, pero parece claro que está en juego el patrimonio histórico de un Club con millones de seguidores, que no puede ser sometido a un estado tal de incertidumbre y desequilibrio.
No sé si se habrán percatado, por otro lado, del hecho de que ya en el propio Convenio se vislumbraba el uso del Vicente Calderón hasta el 2016, puesto que el pago a cuenta de la propiedad del suelo municipal contempla la cesión para eventos de nuestro Templo (recuerden el último con ocasión del Día del Orgullo Gay) desde el 2009 al 2016. Luego esto de las dilaciones en la entrega del estadio parecen estar perfectamente asumidas desde un principio y no parece que se deban a los imponderables de rigor.
Lo cierto es que este proyecto, de haberse afrontado de otra forma, más limpia, transparente y ordenada, consultando a la afición y obteniendo su anuencia, pues no cabe obviar la dimensión social del Club, sería merecedor de todos los parabienes, dado que el traslado a un nuevo estadio, más moderno y confortable, nunca debería verse con recelo por nadie.
Ante las constantes dilaciones, la afición permanece impasible, utilizando abnegadamente y con el mayor de sus amores unas instalaciones abandonadas y sumamente deterioradas, indignas de un Club de la categoría e historia del Atleti, a las cuales una Dirección acomodada no ha prestado atención alguna desde hace años, abusando del subterfugio del traslado que nunca llega ni llegará, mientras la situación urbanística y económica no lo permitan.
Mientras muchos se preguntan dónde fue a parar ese maravilloso estadio designado por UEFA como 5 estrellas, como testigo muda e impertérrita del parsimonioso devenir de los acontecimientos, quedará la añeja grada de La Peineta, gris, fría y fantasmal. Una construcción que paradójicamente va a integrar el nuevo y ultramoderno estadio , sin tenerse en cuenta que por ella han pasado ya veinte años y aún sigue en pie, intacta, avejentada y esperando acoger a la hinchada atlética como ya dijo el mítico Buzz, “Hasta el infinito… ¡y más allá!”